viernes, abril 19, 2024
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Basura celeste: A pesar de todo

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Por Ricardo Solís
En España, el portal electrónico de noticias eldiario.es tiene como lema “periodismo a pesar de todo” y, como puede apreciarse, la frase viene cargada de una ironía transparente que a cualquiera que haya trabajado en algún medio de comunicación (impreso o no) debe afectarle un poco, por lo menos. Lo anterior lo consigno porque, de acuerdo con una nota publicada en mayo del año pasado en el New York Times y firmada por Roberto Herrscher, el director del sitio web noticioso antes referido –Ignacio Escolar– refirió durante un acto académico en Chile que “la gran amenaza del periodismo ya no es cómo se investiga, se escribe o se publica, sino cómo se paga”, algo terrible si se considera que, en la actualidad, no le falta razón y lejos de considerar lo que dijo como una “amenaza”, sospecho que se trata de una descripción del estado de cosas que vive quien persigue dedicarse a este oficio en este país.




En su texto, Herrscher apuntaba las condiciones de trabajo bajo las que se desempeñan los periodistas en España y Latinoamérica; en esta última zona del mundo se encuentra México y, como reportero (o eventual columnista) que fui por más de dos décadas, puedo dar fe de que su cálculo es tan preciso como lamentable. Si el sueldo regular de un periodista permitía compartir gastos y sobrevivir con un solo empleo hace 20 años, hoy día los medios nacionales suelen pagar una cantidad mensual (promedio) a los reporteros que roza el equivalente a 300 dólares, una cantidad que para los afortunados puede llegar a los 500 o, si extrañamente se valora la experiencia, pasa apenas de los 700 (a lo que deben restarse los impuestos).

Ante este panorama (al que deben agregarse otros numerosos factores que afectan el trabajo periodístico, como el alto riesgo que implica para la seguridad personal), es obvio que pensar en “cómo se paga” resulta urgente. No se aprecia en el futuro cercano que las condiciones laborales vayan a mejorar (antes lo contrario), y lo que puede leerse, escucharse o verse –tanto en formatos convencionales como en los “novedosos”– dista de ofrecer una calidad suficiente (que la hay, aunque sea en mínima cantidad).




Ya he escrito antes en este espacio que, como practicante “veterano” del oficio, confío en el buen periodismo de investigación y en que seguirá practicándose, lo que temo es que la poca o nula inversión en medios informativos y las deplorables condiciones en las que se debe ejercer el periodismo terminen por acabar con él o, cuando menos, acaben por extirpar la importancia social que reviste el acceso a la información.

En palabras del profesor francés de filosofía Frédéric Gros, “los periódicos no tienen memoria alguna: una noticia expulsa a la otra, cada acontecimiento reemplaza a otro, que desaparece sin dejar rastro”; sin embargo, quiero creer que “algo” en ese torrente informativo puede ser de capital importancia para un lector atento (que no dejará de existir, lo mismo que proyectos valiosos, así parezcan condenados a una muy breve existencia). Que vivamos en una época en la que se hace “periodismo a pesar de todo” no debería, siento, desanimarnos todavía.




 

Ricardo Solís (Navojoa, Sonora, 1970). Realizó estudios de Derecho y Literaturas Hispánicas en la Universidad de Sonora. Ha colaborado en distintos medios locales y nacionales. Ganador de diferentes premios nacionales de poesía y autor de algunos poemarios. Fue reportero de la sección Cultura para La Jornada Jalisco y El Informador. Actualmente trabaja para el gobierno municipal de Zapopan.


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