El color de las amapas: El estadio “Héctor Espino”

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Por Ignacio Lagarda Lagarda
Siendo un niño en Navojoa, acostumbraba a escuchar las transmisiones por radio de los juegos que mi equipo los Mayos de aquella ciudad jugaban en otras ciudades de la Liga Mexicana del Pacífico, particularmente cuando lo hacían contra los imbatibles Naranjeros de Hermosillo, con Héctor Espino, Bob Darwin, Sergio “El Kaliman” Robles, Zoilo Versalles y Celerino Sánchez, entre otros grandes jugadores, y escuchaba al cronista del equipo, el inolvidable Fausto Soto Silva que mencionaba las características de aquel estadio desconocido para mí e inaugurado al inicio de los años setenta, llamándolo el “El Coloso de la carretera a Kino”.

Entonces yo no conocía Hermosillo y mucho menos que hubiera un lugar que se llamara Kino.     

Por razones escolares, recientemente tuve que visitar y recorrer el ahora abandonado estadio de béisbol “Héctor Espino” y recordé lo que escuchaba de él siendo adolescente y los casi 40 años que asistí los juegos de béisbol ahí se realizaron, ya que desde 1976 vivo en Hermosillo e irremediablemente me convertí en un aficionado de los Naranjeros.

Visitar el estadio al que he asistido desde entonces me trajo recuerdos inolvidables de cuantos juegos tuve la oportunidad de ver en ese para mí imponente estadio por lo que decidí recordar la historia de ese inmueble.

El estadio “Héctor Espino”, fue proyectado por el ingeniero Gustavo Tapia Grijalva, e inaugurado el 4 de octubre de 1972 por el gobernador Faustino Félix Serna.

Conocido inicialmente como “El Coloso de la carretera a Kino”  y “El Gigante de El Choyal”, ya que fue construido en esa colonia y a la orilla de la carretera que lleva a la playa de Bahía de Kino. Tal como lo narraba Soto Silva.

El nuevo estadio de la capital sonorense abrió sus puertas en la temporada 15 de la Liga Mexicana del Pacífico, con una capacidad para 12 mil aficionados, inaugurándose  con la serie contra los Algodoneros de Guasave.

El monto de inversión para edificarlo fue de 13 millones de pesos, en tanto para la unidad deportiva “El Choyal”, se aplicaron otros siete, la cual  contaba con cuatro canchas de frontenis, dos de tenis, siete de basquetbol, una alberca olímpica, una fosa para clavados, y zonas verdes.

El estadio presentaba un alumbrado de lo más moderno compuesto por diez torres con 348 lámparas  de luz mercurial y cuarzo; butacas para 3,100 aficionados, césped regado por aspersión, seis rampas de acceso a los graderíos, dos unidades de taquillas, casetas para prensa, radio y televisión, sonido general y pizarra eléctrica controlada a larga distancia, dos subestaciones eléctricas y casa para el jefe de mantenimiento.

Presentaba dos estacionamientos: uno al oriente con cupo para 300 vehículos y otro al norte para 800 más para un total de 1,200 vehículos.




Estadio “Héctor Espino”

En el transcurso de 1976, el doctor Carlos Leonel Avilés Cota le envió una carta al entonces editor deportivo del periódico El Imparcial, Eduardo Gómez Torres, donde solicitaba que “El Gigante de El Choyal”, llevara el nombre de Héctor Espino.

Por su parte, el fotógrafo deportivo José Ortega Guillén, recuerda que Enguerrando Tapia Quijada, director del periódico, El Sonorense, hizo también la sugerencia de que ese inmueble llevara el nombre del cuarto bat naranjero.

Luego regresar de una gira con los Naranjeros, Héctor Espino recibió la invitación del gobernador Alejandro Carrillo Marcor para que acudiera a sus oficinas en Palacio de Gobierno donde le notificaría la decisión de que por votación casi unánime de la afición hermosillense el estadio llevaría su nombre.

Carrillo Marcor le indicó que se había hecho una votación (plebiscito) donde también incluyeron los nombres del notable pelotero hermosillense, Claudio Solano y el entonces presidente de la Liga Mexicana del Pacífico, Horacio “Macacho” López Díaz; el primero no tuvo voto alguno, mientras el famoso “Macacho”, sólo dos.

A esa histórica reunión también asistieron directivos del Club Naranjeros encabezados por Arcadio Valenzuela, presidente, así como Sergio Kreimerman, uno de los propietarios de los Alijadores de Tampico con quien Espino jugaba en la Liga Mexicana.

Fue en esa reunión cuando surgió la broma del gobernador sonorense al decirle a Espino, nativo de Chihuahua, aquella expresión de “si no eres sonorense, nosotros te adoptamos”.

Acto seguido, el mandatario estatal determinó poner el nombre de Héctor Espino González al estadio conocido como “El Coloso del Choyal”, decisión que fue retomada por el Congreso que aprueba y manda publicar en el Boletín Oficial del Congreso del Estado del 24 de Enero de 1976 el siguiente acuerdo que a la letra dice:

Artículo Unico.- EL Estadio de Béisbol de Hermosillo, construido en las confluencias de Boulevard Transversal y Periférico Poniente, se llamará en lo sucesivo Estadio de Béisbol “Héctor Espino”.

Dado en el Palacio de Gobierno, Hermosillo Sonora, a los 22 días del mes de Enero de mil novecientos setenta y seis. Lic Alejandro Carrillo Marcor (firma).




La develación de la placa se realizó momentos antes del partido número 3 de la serie final contra Ciudad Obregón el martes 27 de Enero de 1976, a quienes los Naranjeros apalearon 9-1 poniéndose arriba 2-1 en la fase final de la postemporada, en una ceremonia especial a la que asistió el Lic. Alejandro Carrillo Marcor, quien iba a perpetuar en el inmueble la memoria del mejor bateador que hasta la fecha ha existido en México, expresando en su discurso: “… me es grato compartir el júbilo que embarga a la afición de Hermosillo por este homenaje justo que rendimos a un sonorense por adopción y ejemplar que es Héctor Espino”

Al correr las cortinas que cubrían la placa, se pudo leer la leyenda:

“Estadio Héctor Espino. Deportista Ejemplar. Enero de 1976”.

Esa noche acompañaron al gobernador, su esposa Aurea Castro; el secretario de Gobierno, Raúl Encinas Alcántar; el presidente de la franquicia naranja,  Arcadio Valenzuela, y el directivo Tadeo Iruretagoyena, entre otros, quienes minutos después se trasladaron hasta el diamante para rendirle un emotivo homenaje al jonronero. Al lado del famoso No. 21, estaba su esposa Carmen Vázquez y sus pequeños hijos.

El bautizo del inmueble ocurrió días después de que Espino bateara tres jonrones en un juego de play-off contra los Cañeros de Los Mochis.




Precisamente ese año, Hermosillo conquistó el primer campeonato de un equipo mexicano en Series del Caribe, esa vez celebrada en Republica Dominicana, lo que trajo consigo una gran celebración en el estadio al retorno del equipo a nuestra ciudad.

En su gloriosa existencia, el estadio “Héctor Espino” ha sido sede de 6 Series del Caribe, la primera de ellas en México en 1974, posteriormente en 1982, 1987, 1992 y la última en 1997, cuando el estadio sufrió su más reciente remodelación, aumentando su capacidad a 14,000 personas.

También ha sido sede de partidos de grandes ligas, en la pretemporada de los Arizona Diamondbacks.

Cuenta con todas las comodidades para los espectadores, y fue el primer estadio de Latinoamérica en contar con una pantalla gigante, siendo colocada en la temporada 1991-1992.

Fue el hogar de los Naranjeros de Hermosillo hasta la temporada 2012-13, y también ha sido escenario de  conciertos musicales y otro tipo de eventos.

También fue sede de los Cimarrones de Sonora, equipo de la Liga de Ascenso del fútbol mexicano.

Actualmente es utilizado para albergar las oficinas administrativas, bodegas, una estación de radio emisora por internet y la tienda de ropa y recuerdos para aficionados y venta de boletos del equipo Naranjeros de Hermosillo.

El estadio es propiedad del gobierno del estado y forma parte de los bienes del dominio privado del mismo.




*Ignacio Lagarda Lagarda. Geólogo, maestro en ingeniería y en administración púbica. Historiador y escritor aficionado, ex presidente de la Sociedad Sonorense de Historia.


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