viernes, abril 19, 2024
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La Perinola: Los hijos del ruido

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Por Álex Ramírez-Arballo
¿Qué somos cuando nos quedamos callados? Más nos vale tener una buena respuesta a esta cuestión porque yo creo que quienes no pueden responderla es porque viven demasiado absortos en su mundo de palabrerías y ruido interminables.

Nuestro tiempo actual es uno que algunos teóricos llaman de turbo capitalismo. Esto implica que la sociedad está diseñada para funcionar a toda velocidad en un proceso de consumo constante; es necesario decir que no sólo se consumen hamburguesas sino también, por ejemplo, mensajes. Nuestras adicciones a las redes sociales son una muestra clara de que tenemos una necesidad muy grande de leer y leer ese constante tren de estímulos verbales y audiovisuales que va poblando nuestro teléfono y nuestra computadora y ante el cual nos postramos con la vehemencia  de los fanáticos.

Nuestra capacidad de atención como nuestro tiempo son limitados, por eso la sobreexposición al ruido es un problema. Se trata de una auténtica distorsión que nos separa de los demás en las relaciones interpersonales cotidianas, como se insiste constantemente, pero que también nos separa de nosotros mismos. Recordemos que necesitamos silencio y soledad para procesar en nuestras instancias interiores todos los estímulos que recibimos a lo largo del día.

El que mucho abarca poco aprieta, dice el dicho tan conocido; pues bien, el que mucho escucha poco comprende, podríamos decir adaptando un poco ese famoso refrán. Una dieta de ruido, es decir, de exceso de información, es una necesidad en medio de la vorágine y la compulsión comunicativa y tecnológica de nuestros días.  Se me ocurre que no es casualidad que el auge que a fechas reciente han cobrado muchas terapias psicológicas, alternativas o abiertamente pararreligiosas, como la meditación y el “ahondamiento de la consciencia” es debido a la ansiedad generalizada entre un amplio sector de la población que -hartos de consumir y vomitar- precisan de un necesario proceso de desintoxicación que los desacelere y clarifique.

Detrás de la cortina de ruido que se nos ha impuesto, repito, por un sistema de aceleramiento y consumo,  sigue estando la vida con su belleza, su simplicidad y su música infinita. Vale la pena detenernos, vale la pena callarnos y saber quiénes somos en esa intimidad silenciosa.

Cierro la boca.




 

 

Álex Ramírez-Arballo. Doctor en literaturas hispánicas. Profesor de lengua y literatura en la Penn State University. Escritor, mentor y conferenciante. Amante del documental y de todas las formas de la no ficción. Blogger, vlogger y podcaster. www.alexramirezblog.com


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Un comentario en "La Perinola: Los hijos del ruido"

  • las historias del silencio, Simon y Garfunkel dirían los sonidos del silencio, hay que oírlos, me gustó, gracias

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