Imágenes urbanas: El gafete

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Por José Luis Barragán Martínez
José Luis Barragán
Por fin, después de muchas vueltas, el viernes le dijeron en Autopartes Industriales Fangosa que sería aceptado en el trabajo que había solicitado.

No lo podía creer, ese mismo día le hicieron su gafete y le dieron instrucciones acerca de sus labores: Horario de lunes a sábado de siete de la mañana a cinco de la tarde, llegar, barrer las oficinas y plantarse afuera, por la banqueta, para cuidar los espacios donde se estacionaban los jefes porque luego se los ganaban los de los otros negocios cercanos, “¡lo esperamos el lunes temprano!” le dijeron ya para irse.

Iba feliz en el ruletero Zapata-Ley 57 rumbo a la colonia Olivos, el gafete se lo puso de inmediato porque lo hacía sentir que por fin era alguien, y se fue para atrás agarrándose del tubo, caminando poco a poco, orgulloso, dando tiempo a los que iban sentados que leyeran el plástico con su foto: Autopartes Industriales Fangosa. Nombre: Matías Romero. Ocupación: Servicios Generales.

Todos sus vecinos estaban felices porque uno de los suyos había conseguido trabajo formal, su esposa ni se diga, hasta su compadre Cupencho cruzó la ciudad desde la colonia Jacinto López con la cajuela del carro llena de caguamas para darle su abrazo, el festejo fue todo el fin de semana y el gafete de aquí para allá, todos se lo querían poner para ver qué se sentía.

El lunes en la madrugada el mundo le daba vueltas, su señora no lo podía levantar por más que le gritaba y por más que le pasaba el gafete por enfrente: “¡Oye vieja, pero ese de la foto no soy yo, ése es un coyote, no soy yo!”. “¡Cómo de que no, estás alucinando de la cruda, ándale, levántate!”.

En el ruletero se sentía morir colgado del tubo, y el gafete de aquí para allá por los tumbos, acelerones y enfrenones, con desesperación preguntaba la hora una y otra vez pidiéndole a Dios que detuviera el tiempo, llegó a las diez y el administrador ya lo esperaba con la mano en la cintura:

“¡Ya para qué viene, entregue el gafete y búsquele por otro lado, no barrió ni trapeó y mire, todos los jefes tuvieron que dejar los carros a cinco cuadras de aquí por su culpa, que irresponsabilidad la suya, aquí no es!”

 

 

*Por José Luis Barragán Martínez, colaborador


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