Trainspotting 2. Veinte años han pasado…

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Por Carlos Montenegro
Danny Boyle vuelve a la carga retomando el brutal universo de jóvenes heroinómanos tras una pausa de veinte años en los que el filme de 1996 se convirtió progresivamente en una obra de culto, de esas que podemos decir indudablemente que representa el rostro de toda una generación. La Trainspotting original está basada en la novela homónima del escritor escocés Irvine Welsh, quien junto a escritores como Chuck Palahniuk (El club de la pelea) y Bret Easton Ellis (Menos que cero) se dedicó a mostrar sin tapujos la realidad de la generación x en varias de sus obras. En Trainspotting, sin lugar a dudas su obra de mayor reconocimiento, se lanzó a poner en perspectiva la vida de un puñado de jóvenes de Edimburgo que dedican sus días a inyectarse heroína, consumir toda sustancia ilegal que caiga en sus manos, robar cosas, escuchar música de Iggy Pop y ver pasar los trenes para tener por lo menos un pasatiempo positivo en su vidas. La vida de un puñado de Yonkies es narrada por Welsh como un pretexto para hablar de las adicciones en general. Adicciones que personificaban una generación perdida y enganchada en sí misma. La crudeza dramática y el humor corrosivo de Welsh fueron adaptados por Danny Boyle a una película que cumple con creces su papel de adaptación y que enriquece aún más la experiencia de las letras de Welsh.

“Trainspotting 2” comienza unos veinte años después del infame giro final de la primera parte. Después de traicionar a sus amigos y huir con casi todo el dinero del grupo, Mark Renton está de vuelta en Edimburgo. Es su primera vez ahí desde los eventos que  separaron al grupo de amigos. La tristeza, la pérdida, el desenfreno, la venganza, el odio, el arrepentimiento, la autodestrucción y un peligro mortal, están también ya alineados para darle la bienvenida, listos para unirse a la fiesta.

Mark Renton (Ewan McGregor) es, como lo fue en la primera parte, el hilo conductor de una historia que sigue hablando de adicciones, pero esta vez no se queda tanto con las drogas. Nos muestran a Renton como un ser igualmente inmaduro y perdido que ha hecho del escape su adicción principal. A diferencia de sus viejos amigos, él si ha hecho algo con su vida. Tiene una pareja, un trabajo estable y  su regreso a Edimburgo va acompañado simplemente de un susto en el que se ve cara a cara con la muerte y que parece haberle influido para regresar a sus orígenes.

Spud (Ewen Bremner) se convierte en uno de los personajes más entrañables de este regreso. Después de haber perdido trabajo, esposa e hijo gracias a sus adicciones podemos encontrarlo en una actitud suicida que coincide con la llegada de su viejo amigo Renton. Poco a poco, Spud, encuentra en el arte de escribir un medio de salida para toda esa turbadora y emocional vida que han llevado él y sus amigos. El personaje sirve también esta vez para rendir un tributo meta bastante merecido al texto de Welsh.

El enfoque que le dan a Sick Boy (Jonny Lee Miller) es por demás interesante.  Nos encontramos a un Simon que se ha quedado a cargo de un pub familiar en el que no se paran ni las moscas y que pasa su tiempo dedicándose peligrosa y suciamente al chantaje. Jonny Lee Miller entrega su actuación más potente en muchos años y dota de gran personalidad a un personaje, que como muchos otros en la historia, sufre de patetismo pero también goza de cualidades redentoras.

Begbie (Robert Carlyle), aunque no parezca posible en un inicio, goza también de un par de cualidades redentoras.  El explosivo y lunático Begbie se ha convertido naturalmente en un verdadero psicópata cuando lo encontramos en esta secuela. Ha pasado veinte años encarcelado y con ansias de venganza hacia Renton. Begbie deja la cárcel y en ese momento trata de reincorporarse a una vida y a una familia que parece haber cambiado a algo más civilizado, provocando situaciones hilarantes que convierten al personaje en una caricatura aún mayor que la que conocíamos. Eso, hasta que descubramos algunas anécdotas ocultas del personaje que nos revelan otro lado de él. Sin embargo, Renton sigue ahí afuera  y es claro que Begbie no perdona. Estamos sin duda alguna ante el villano de una historia que esta vez se carga aristas muy interesantes respecto al personaje.

Trainspotting 2 es posiblemente la mejor de la peor de las ideas. Es un lugar común pero certero el decir que las segundas partes rara vez fueron buenas. Más aun aquellas que surgen de obras tan queridas que representan una existencia cerrada, lejos de cabidas para alargar la historia. Veinte años son probablemente demasiados pero en este caso son los justos para que podamos encontrar a los personajes en un momento completamente alejado de los que eran sus vidas en la primera parte. El director Richard Linklater creó su Before Trilogy (Antes del amanecer (1995), Antes del atardecer (2004) y Antes de la medianoche (2013), protagonizadas por Ethan Hawke y Julie Delpy) para que se realizaran y estrenaran con nueve años de diferencia una tras otra, encontrando a personajes muy opuestos a lo que eran en un principio y definitivamente en momentos específicos y distintos en sus vidas, permitiéndonos ver una muy curiosa y orgánica evolución en ellos. Esto es lo que sucede en Trainspotting 2. No es de extrañar que hayan sido tantos años de rumores sobre si este proyecto en verdad podría salir adelante. Solo la realización de un buen guion podría justificar que la secuela fuera una realidad, y al ver la película se entiende que este era el momento justo y adecuado para retomar a este puñado de personajes.

Welsh escribió la novela Porno en 2002 como una secuela de su novela Trainspotting. Aunque  la película aparece acreditada como basada en dicha novela, en realidad el argumento toma muy poco de ella y se dedica a narrar una historia nueva con ciertos pasajes de la propia novela original de Trainspotting (1993) que son adaptados al cine por primera vez  en forma de flashbacks y que de manera encantadora son conectados con el argumento de esta secuela. Al ver la cinta me queda la certeza de que estamos ante una obra que es gratamente satisfactoria en su papel de secuela si se logra ver más allá del estilo inigualable de la primera parte y tomarla como una entidad distinta y una evolución lógica en una historia de la que no vimos  un lapso de veinte años. Después de todo, sería una estupidez repetir todo lo que funcionó en la primera parte para esperar complacer a los fanáticos, porque si algo que nos queda claro después de que termina la película es que nadie es realmente la misma persona que fue en el pasado.

“Trainspotting 2 representa un elaborado regreso a Edimburgo. Como Boyle nos tiene acostumbrados, es otra obra con poderosa carga visual, incluso va más allá de la película original en ese sentido; y una música exquisita que está ahí por razones probadas y que hace sentir al espectador cosas que no cualquier director es capaz de lograr por casi dos horas. Boyle triunfa en una de las mejores películas de su filmografía, una a la que probablemente le pesará mucho el papel de secuela para que pueda obtener verdadero reconocimiento.

Los personajes están en lugares distintos de sus vidas pero todos ellos pugnan con los mismos demonios que los acompañaban en la primera parte. Esta vez estamos ante adultos que conocen perfectamente que sus actos tienen consecuencias en un mundo que difícilmente perdona y permite un escape. Los actores se lucen regresando a papeles que parecen haber nacido para ellos. Uno simplemente no puede imaginarse a Renton, Begbie, Spud o Sick Boy en la piel de otros actores.

El guion de John Hodge refleja la decadencia de vida en todos los sentidos. Sigue siendo en cierta forma aquel voraz y políticamente incorrecto universo que contemplamos en 1996 pero a la vez ofrece una interesante evolución en la que el humor malsano y grotesco es dejado de lado en favor de un análisis a cuatro personajes que tomaron horrendas decisiones en sus vidas y que actualmente se dedican a hacer lo mejor que pueden con las sobras que ellos han dejado para sí mismos. Vemos a un par de personajes que se dividen entre resistirse a hacer las paces con su pasado y continuar huyendo de la vida en una espiral donde todo se repite, pero ya nada está a la altura de lo que fue. Este nuevo guion abre paso a una mezcla aún más grande de géneros en los que el suspenso y el drama puro y duro ponen algunos de los mejores momentos de la cinta.

La música, el estilo visual de la cinta y el lado humano de estos personajes son elementos que combinados crean una sesión de instantes brutales y apasionantes.

Trainspotting 2 está plagada de una edición ágil e interesante. No tiene miedo a jugar a ser vulgar pero tampoco lo tiene a la hora de ofrecer emotivas escenas, realmente extrañas para lo que esperamos ver en la continuación de una de las obras más descarriadas de los 90s. La música, el estilo visual de la cinta y el lado humano de estos personajes son elementos que combinados crean una sesión de instantes brutales y apasionantes. Si tienes algo de amor por estos personajes que han estado dentro del colectivo internacional por dos décadas, entonces deberás derramar alguna lágrima sin pena alguna.

Esta secuela es obligatoriamente distinta a la primera. Supongo que puedo entender perfectamente si alguien opina que es algo que jamás debió ver la luz o que no está a la altura. ¿No es ese el punto de análisis aquí? Realmente estamos ante algo tiene que ganarse el derecho a existir. Esa es la historia aquí: Personajes  que han sido rebasados por un pasado que no se puede borrar y del cual jamás  podrán estar a la altura. Imposibilitados para existir en un presente insatisfactorio y un futuro que no pinta con muchas novedades para ellos.  El subversivo discurso de “Elige la vida” de la primera parte se convierte de algún modo en esta secuela en un pasaje desolador: “Elige la promesa incumplida, deseando haber hecho todo de manera diferente. Elige nunca aprender de tus propios errores. Elige mirar como la historia se repite a sí misma. Elige conformarte  lentamente con lo que puede obtener, en lugar de lo que siempre esperabas. Conformarte con menos y mantener una cara valiente. Elige la decepción y elige perder a los que amas, y luego a qué medida que se van, un pedazo de ti muere con ellos hasta que puedas ver que un día en el futuro, pieza por pieza, todos se habrán ido y no habrá nada cerca de ti que llamar vivo o muerto. Elige tu futuro. Elige la vida.”

Renton regresa a casa para descubrir intacta su habitación de la primera parte. Por unos segundos pone el vinilo de Lust for Life de Iggy Pop, solo por unos segundos porque Renton lo quita, como si dejarlo correr fuera a abrir la llave de vuelta a un pasado que ya ha quedado muy lejos. Se pasea por sus discos mientras vemos un homenaje de Boyle a David Bowie mostrándonos de frente la portada de uno de sus vinilos. Pero ciertamente este presente es un mundo en el que figuras como David Bowie y Lou Reed ya están muertas. Un mundo en el que Sean Connery decidió dejar hace mucho la actuación asqueado de la factoría infame en que se ha convertido Hollywood, probablemente quitándole todas las ganas a Sick Boy de mencionarlo en esta secuela. Ya lo dijo en la primera parte Diane (Kelly Macdonald, con un simpático cameo en esta secuela): “El mundo está cambiando, la música está cambiando, hasta las drogas están cambiando… tienes que encontrar algo nuevo.” y ciertamente esos cambios se empezaron a producir hace ya más de 20 años. Es un mundo diferente en el que difícilmente se puede vivir a la altura de las expectativas de lo que alguna vez fue.

Trainspotting 2 es una cinta totalmente digna, con derecho a ser reconocida como una obra con vida propia y a ser juzgada lejos de la sombra de su antecesora. Nada cerca de la perfección, pero tampoco con deseos de hacerlo. “T2” es una película con corazón. El final es simplemente una de las piezas más icónicas que se han podido ver en el cine en los últimos años. Es ahí donde todos los elementos mencionados anteriormente, incluido él porqué de su existir, encajan a la perfección, y lo hacen de una manera épica y satisfactoria. Lástima que salas de cine no haya replay para esos brutales cinco minutos finales. Trainspotting 2 es un triunfo. Una montaña rusa emocional de principio a fin.

En pocas palabras: Cine del bueno, justo como hace 20 años.

 

 


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