Espejo desenterrado: God Bless America

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Por Karla Valenzuela

Es un hecho que el llamado “nacionalismo” es una consecuencia histórica de la relación entre antropología y racismo, y ese nacionalismo se ha dado en todos los países siempre, inclusive en México. Así las cosas, no nos asombre que el discurso de un hombre tan elemental y silvestre como Donald Trump caiga en esa misma lucha de castas que se ha visto a lo largo del tiempo, más aún, no nos extrañe porque en realidad Estados Unidos todo el tiempo ha tenido ese mismo “nacionalismo” del que ahora hacen alarde en su presidencia, sólo que en menor escala, por lo menos públicamente.

Habrá que partir entonces del hecho de que los mexicanos somos un país que tiene como vecino a uno de los más cerrados del mundo, y que siempre ha sido así pero apenas hoy, y por culpa de Trump, nos damos cuenta.

Habrá que saber, entonces también que no es gratuito que la mayoría de los filmes que nos llegan, la mayoría de las series que vemos, y que son norteamericanas, plantean a un gringo que es casi más que un súper héroe, que todo lo puede, que es capaz de traspasar cualquier frontera o límite con tal de conseguir justicia, una por demás justicia moralina y sesgada.

Y ahí no acaba todo, también los mexicanos a veces somos así con los centroamericanos, o con los extranjeros que a través de la historia han vivido en tierras mexicanas. ¿Qué no hemos llegado a tanto como lo ha hecho el presidente norteamericano? Quién sabe… habría que argumentarlo.

El problema aquí es que este “personaje” ha procurado estar en contra de cualquier estatuto políticamente correcto y se ha encargado de que se perciba mediáticamente como un ente “berrinchudo” e incoherente, que lastima no sólo a sus coterráneos, sino también a sus relaciones con el exterior, causando vergüenza, risa y – aunque no lo creamos- decepción.

Los estadounidenses tendrán que sufrir ahora a un presidente falto de liderazgo, malquerido por la mayoría del propio país que gobierna, y tendrán que vivir con el estigma de que su sistema “democrático” se tornó evidentemente obsoleto, y ahí está el resultado.

En cambio México, lo único que debe hacer es una reflexión al interior, cerrar filas, convocar a la, todavía desconocida para muchos, solidaridad y sobrevivir sin Estados Unidos. No es tan difícil. Ya lo hemos hecho y la evidencia demuestra que es el vecino país el que no puede vivir sin América Latina. Así que no nos dejemos llevar por la imagen pedante y vil de Trump. Antes de él, los muros ya existían y, claro, también alguna vez se podrán derrumbar.

Tengo amigos latinos que viven en Estados Unidos. También tengo amistades y familiares que son norteamericanos y que, lamentablemente, tendrán que pasar años dolorosos –espero que no sean muchos- en esta etapa de Trump, pero confío en que ellos también apelen a la solidaridad para poder salir adelante.

El nacionalismo es positivo, siempre lo es cuando se habla de progreso, pero llevarlo al extremo es ir rápidamente al ocaso. Progresemos cada día, pues, desde nuestras trincheras, y confiemos, de una vez por todas en que ahora sí “God bless America”.

 

 

*Karla Valenzuela es escritora y periodista. Es Licenciada en Letras Hispánicas y se ha especializado en Literatura Hispanoamericana. Actualmente, se dedica también a proyectos publicitarios.


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