sábado, abril 20, 2024
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Neivi Martínez, notable soprano

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Juan Arturo Brennan

La sexta Noche de Gala de la edición 2017 del FAOT estuvo protagonizada por la soprano queretana Neivi Martínez, quien tiene ya tras de sí una importante carrera en Europa, especialmente en Suecia, Austria y Alemania. Para su presentación en el Palacio Municipal, Neivi Martínez propuso, con toda intención, un programa breve, compacto y sin intermedio, lo que dio a su concierto una fluida continuidad, cosa que siempre se aprecia. Por otra parte, ese programa incluyó algunas piezas básicas del repertorio, algunas novedades, y una buena dosis de opereta, género que le es particularmente afín a la cantante, dando como resultado una combinación ciertamente atractiva.

Para empezar, dos arias belcantistas, complejas y demandantes, la Casta diva de Norma y Eccomi in lieta vesta de Capuletos y Montescos, ambas de Bellini. La soprano demostró un hábil manejo tanto de las largas líneas melódicas propias del bel canto, como de las cimas puntuales de coloratura y virtuosismo que estos roles exigen. Después, Neivi Martínez dio un paso cronológico y estilístico adelante, abordando la famosa Sempre libera de La Traviata de Verdi, pieza que por cierto da título al CD que ha grabado recientemente. Ese paso adelante estuvo reflejado también en una presencia vocal de más empuje y solidez, de perfiles más potentes y dramáticos, muy de acuerdo a lo que exige el rol de Violetta Valéry. Después, lo que en mi opinión fue el punto culminante del recital de Neivi Martínez: dos de las canciones sobre poemas en náhuatl de Salvador Moreno. Pertenecientes a un repertorio poco explorado y poco difundido, estas canciones tienen (o deberían tener) un lugar destacado en el mundo de la canción mexicana de concierto, y Neivi Martínez las cantó con convicción y conocimiento de causa. Como era lógico esperar, el público acostumbrado a caramelos musicales más dulces y de sabores conocidos, reaccionó con cierta frialdad a estas canciones de Moreno, sin recompensar adecuadamente a la cantante por haber ofrecido estas breves pero significativas obras vocales mexicanas.

 

La última parte del programa de Neivi Martínez estuvo dedicada por entero a diversas arias de opereta, a través de la música de Strauss Jr., Lehár y Kálmán. En esta parte de su recital, la soprano oriunda de Querétaro confirmó algo que ya había bosquejado desde el inicio de su recital: que además de poseer una voz educada, de buena proyección y de un amplio rango de colores, también tiene las cualidades de una buena actriz. En el transcurso de estas arias de opereta, logró comunicar con prestancia dos estilos distintos, ambos sólidamente asociados al género: por un lado, las galanterías cortesanas, y por el otro las gitanerías “exóticas” (mis comillas son intencionales) que tanto abundan en la música del siglo XIX proveniente del Imperio Austro Húngaro. Si bien la voz de Neivi Martínez se aprecia, como lo señalé arriba, como una voz de amplio rango colorístico, lo escuchado anoche deja la impresión de que su campo de acción está centrado en las cualidades específicas de una soprano dramática. A lo largo del recital, la soprano mexicana hizo gala de afinación, potencia, buenos matices, y buena intuición para calibrar las diferencias de estilo entre unos repertorios y otros. Para concluir su programa, Neivi Martínez cantó un par de canciones de Manuel M. Ponce, con logros particularmente apreciables en su versión de A la orilla de un palmar, cantada por ella y acompañada por Ilución Hernández en un sabroso arreglo en el que lo tropical se funde con cadencias propias del swing y del blues. En suma, un recital bien programado, bien presentado y muy bien cantado.

 

 

 


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