Es uno de esos días

Por Karla Valenzuela
Unos días menos que otros, uno se levanta con ganas de verlo todo gris, con absolutas ganas de verle todos los defectos a la realidad y pretender que todo está mal. Y sólo entonces la nostalgia invade la historia que uno se cuenta a sí mismo e –inevitablemente- se llega a la conclusión automática de que “antes todo era mejor”.

Unos días menos que otros la tristeza llega al alma un rato y se estaciona ahí, como quien fuera otoño que se va recorriendo una isla –como bien dijera el poeta- y parece que nada tiene solución, que todo está dispuesto ya para hacer que la alegría no vuelva.

Pero unos días más que otros, gracias al cielo, dan ganas de levantarse tempranísimo sólo para sentir el inmenso placer que otorga un amanecer, o tan sólo para prepararse un café y al saborearlo darse cuenta de que sí, Dios existe, y está en todas partes, hasta en el café de la mañana.

Unos días más que otros -y qué bueno- uno se da cuenta de que tiene una familia como tantas, con sus altibajos, con sus dimes y diretes, con su amor infinito y sus ganas de estar juntos y huir al mismo tiempo, pero que nunca jamás le dejará estar completamente en soledad… porque es eso: una familia, y el amor que la rodea es inquebrantable.

Los más de los días uno voltea su lado y encuentra a un amigo, ese que nunca lo abandonará… Y entonces uno aprende -poco a poco- a ver que no hay días oscuros, sólo a veces un poco azulados, tan nublados que parecen tristes pero, en verdad, no lo son.

Y es que una sonrisa puede transformarlo todo… y hacer que esta melancolía de un invierno que apenas acaba de llegar puede tambalear el ánimo, pero nunca podrá desaparecer una verdad: estamos aquí, estamos vivos, tenemos salud y sí, cada día es uno nuevo en el que podemos volver a empezar.

*Karla Valenzuela es escritora y periodista. Es Licenciada en Letras Hispánicas y se ha especializado en Literatura Hispanoamericana. Actualmente, se dedica también a proyectos publicitarios.

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