Huachinera: Un pueblo al que nada lo tumba

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Por Karla Valenzuela
Antes de la Colonia, en Huachinera habitaban los grupos autóctonos de la región, principalmente Ópatas y Apaches. Siempre, inevitablemente, había enfrentamientos entre ellos, las causas: la siembra, las cosechas y las demás actividades productivas que realizaban.

“En 1645 es cuando llegan los colonizadores, liderados por Cristóbal García,  originario del valle de Tacupeto e hijo de un recaudador de impuestos de la Colonia y es al que le toca venir aquí a evangelizar”, explica el cronista, Jesús Castillo.

Bacerac era entonces la misión y Huachinera era lugar de visita. Así, poco a poco comienzan a unirse los “caseríos”, que hasta el momento habían permanecido dispersos y se empieza a conformar el pueblo, que en ese entonces, tenía el nombre de Juan Evangelista de Huachinera.

 

El año del temblor

El 3 de mayo de 1887 un gran sismo derribó todos los templos y las edificaciones de la región; casi todas las casas de Huachinera quedaron destruidas y tuvieron que organizarse, de nueva cuenta, para restablecer el pueblo.

“Es a partir de ahí que comienza a construirse el templo de San Ignacio de Loyola, por eso no es muy vieja la construcción”, expresa.

El epicentro estuvo cerca de colonia Morelos, y se dio por la falla de Bavispe,  y arrasó también con esas tierras, llegando  a Fronteras, Granados, Huásabas.

De hecho, a partir de ese momento, el año del temblor se tomaba como referencia para relatar sucesos históricos.

Se dice que, contando a toda la región afectada, hubo más de 600 muertos y que los asentamientos tardaron en recuperarse.

Tres días después, temblaría en Hermosillo, aunque con mucha menor intensidad.

Templo San Ignacio de Loyola, Huachinera, Sonora
Templo San Ignacio de Loyola, Huachinera, Sonora.

 

Cambia la actividad económica

Aunque actualmente la actividad económica de Huachinera se centra en el ganado, no siempre fue así.

“La forma de vida de los pueblos de la sierra, sobre todo la alta sierra, actualmente es la ganadería, pero anteriormente se daba mucho el autoconsumo en esta región; sembraban trigo, maíz, sembraban hortalizas”, explica.

En ese entonces era mínimo lo que se compraba en las tiendas, la gente vivía de su propia producción. Para la última mitad del siglo XX, también se trabajaba mucho la madera en la región; había dos aserraderos y sí era forestal también el municipio.

 

Una población de fiesta

Una de sus principales fiestas es la patronal, el 31 de julio, en honor a San Ignacio de Loloya, el santo que, se dice, defendió al pueblo de los ataques en la época de los cristeros; otro evento importante es el Festival Luna de Montaña, que se realiza año con año, en el mes de octubre, y en el que sobresalen actividades artísticas que también se llevan a cabo, en su mayoría en el Centro Artístico y Cultural de Huachinera, que se formó como una iniciativa de los propios pobladores, impulsados por Jess Dávila, y del Gobierno del Estado en ese entonces.

Hasta la fecha, es sobresaliente la labor artística que realiza la población de Huachinera, una región con historia, que ha sabido salir adelante siempre.



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*Karla Valenzuela es escritora y periodista. Es Licenciada en Letras Hispánicas y se ha especializado en Literatura Hispanoamericana. Actualmente, se dedica también a proyectos publicitarios.


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Un comentario en "Huachinera: Un pueblo al que nada lo tumba"

  • el 9 julio, 2019 a las 3:35 pm
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    Hace mas de 15 años visité por primera vez el pueblo de Huachinera. La tía Lolita me recibió con excelentes atenciones al igual que su hija Coyito y su esposo Jess. Me tocó la primer Cabalgata de Bours en la Sierra Alta. Y quedé fascinado de su gente, su clima, sus tradiciones y su comida.
    Este 2019, estoy haciendo planes para visitar de nuevo Huachinera y disfrutar un delicioso café colado en “talega” de la tía Lolita junto a su hornilla. Saludos gente de
    Huachinera, a el Kila, que me dio información de estas fiestas de Ignacio 2019. y al padre Ramon Cota, que fue mi párroco en San Judas Tadeo de Guaymas.

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