viernes, abril 19, 2024
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Cuando la música se vuelve la protagonista

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Por: Malasuerte
En el cine, existen los musicales, los cuales sabemos que van a ser una canción tras otra en las que a veces nos narran la película y hasta los diálogos. En lo personal, me parecen insufribles y las evito como plaga, salvo honrosas excepciones, como Pink Floyd The Wall (Alan Parker, 1982) o Phantom of the Paradise (Brian de Palma, 1974).

Sin embargo, hay películas que no necesariamente son musicales pero sí tienen una canción (o varias) que se te quedan pegadas en la cabeza por días -a veces para bien- que complementan muy bien a la película en si como Amores Perros (Alejandro Gonzalez Iñarritu, 2000), Natural Born Killers (Oliver Stone, 1994), Pulp Fiction (Quentin Tarantino, 1994), entre muchísimos otros ejemplos.

Por otro lado, hay otras que solamente se te quedan pegadas, independientemente te acuerdes o no de la película, como en Closer (“The Blower’s Daughter”, de Damien Rice), That Thing You Do (mismo nombre, por The Wonders) o Frozen (“Let it go”, de quien-sabe-quien) que cualquiera que tenga hijas o sobrinitas o que simplemente le gusten las películas de Disney sabrá de que hablo.

 

Pero bueno, en esta ocasión voy a hablar de una película que hace de la música un personaje protagónico, se trata de Rudderless (2014), ópera prima de William H. Macy en la pantalla grande como director.

 

“Sam es un ex alto perfil ejecutivo de publicidad cuya vida ha sido destrozada por la trágica muerte de su hijo. Fuera de la red, que vive en un velero atracado, ahoga su dolor en el alcohol. Cuando Sam descubre una caja llena de cintas y letras de demostración de su hijo, el talento musical de su hijo es una revelación para él, un afligido padre que se sentía que había estado ausente de la vida de su hijo. En comunión con los sueños de trazos de su hijo fallecido, Sam se entera de cada canción y, finalmente, consigue reunir la voluntad para tocar una en un bar local. Cuando Quentin, un joven músico de la audiencia, es cautivado por la canción, como el dúo se forma una banda de rock que se convierte sorprendentemente popular y cambia la vida de ambos.”
– Wikipedia

Billy Crudup, [a quien tal vez recuerden en Almost Famous (2000) haciendo el papel de Russell Hammond, guitarrista de banda Stillwater, o en Watchmen (2009) como el Dr. Manhattan] hace el papel de Sam, e interpreta las canciones (incluso toca su propia guitarra) con gratos resultados.

Anton Yelchin (quien recientemente falleció al ser atropellado por su propio auto en su propia cochera) también hace un excelente trabajo, que lo hizo acreedor al Hugo de plata en el Chicago International Film Festival 2014.

Inicialmente, la película da la sensación de tener la misma fórmula de todas las de su tipo con los personajes y situaciones cliché de siempre, por lo cual uno se relaja y disfruta la agradable música que ofrece, convirtiéndose pues en la protagonista, y gustosamente lo aceptas. Sin embargo, avanzada la película, cambiamos el plano y vemos que hay muchos mas niveles de profundidad que no esperábamos. Para el final de la película quedé hundido en el sillón pensativo escuchando la última canción, que quedó en mi cabeza por días. En lo personal, lo mejor fue el aftertaste que tuve después de semanas cuando comencé a desmenuzar la trama y que aún cuando la vuelvo a ver una y otra vez, encuentro sensaciones diferentes tanto por la música como por la historia.

William H. Macy tuvo grandes aciertos en la realización de esta película y hace un debút regio en la silla de director. Excelsior!

 

 


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