Luz y sombra en Europa
Por: Jesús Corona
Hace apenas unos días regresé de un viaje que había estado posponiendo por muchos motivos que no tiene caso mencionar.
Pensar en tomar un par de vuelos que en suma superan las 11 horas no es fácil la primera vez. Las probabilidades de una falla, el destino, la suerte y el reunirse anticipadamente con el creador, son temas que vienen a la mente.
Hacer las consideraciones de la paridad cambiaría peso-dólar-euro también sonaba a pretexto.
Al vencer los “contras” y llegar a los “pros”, me encontré con un listado de ventajas al visitar el viejo continente.
Tuve la maravillosa oportunidad de conocer 6 países, ver, sentir, saborear, oler y disfrutar de un listado de culturas aleccionadoras.
A pesar de que llevaba agenda y pude aprovechar la oportunidad de comer los platillos típicos de las ciudades que visité, las sorpresas no se hicieron esperar.
La arquitectura y los paisajes son esperados, los sabores no.
El traslado y el cansancio son esperados, las satisfacciones no.
El desvelo y el gasto son esperados, sorprenderse diariamente no.
Desesperarse y querer dejar todo era de esperarse, la tolerancia triunfó.
Siempre escuché que debía darme la oportunidad de ir y al hacerlo no le tomaba importancia al consejo. Hoy admito que estaba equivocado. Es indispensable viajar si el presupuesto lo permite.
En tiempos de crisis y de volatilidad cambiaria el sentido común nos invita a desistir de la idea.
La migración en Europa es un hecho que no debemos dejar de lado. Cada día son más las solicitudes de asilo humanitario y de migrantes que quieren trabajar y vivir tranquilos. Están muriendo en el intento por el sueño Europeo de libertad.
El día de hoy el crimen organizado tiene una red de carteristas y estafadores profesionales al acecho de los turistas en todo el continente.
Lo vi, lo viví y pude sobrevivir las estadísticas. Algunos amigos no.
Me quedo con lo bueno y lo quiero señalar.
Europa tiene gente que vale la pena conocer. España es nuestra madre patria y conocí personas que siempre recordaré. No quiero olvidarlas.
Francia tiene a la ciudad más visitada del mundo y la torre más famosa, su gente es cálida y trabajadora.
En Italia me di cuenta que a pesar de tener un bellísimo país, los Italianos necesitan venir mas a Mexico…aprenderían mucho de nuestros prestadores de servicios.
Tal vez no tengamos en todo el país los automóviles de lujo que circulan en un día en Ginebra o MonteCarlo, pero la atención y calidez de los Mexicanos es incomparable. Nuestra comida no tiene punto de comparación en sabor, variedad, calidad y precio.
Un hecho que no olvido y que me dió una lección de vida es el ver y aprender de los vendedores de Senegal. Estos vendedores Africanos de recuerdos nos acompañaron en prácticamente todo el viaje. Los negritos de 1.80 tienen técnicas de venta que ya quisieran algunos motivadores de personal y vendedores que conozco.
A pesar de que viven en condiciones muy limitadas, que hacen su trabajo prácticamente escondidos de la policia y de que en ocasiones su mercancía “pirata” les genera huidas maratónicas, les admiro sus ganas de salir adelante. Independientemente de que sean motivadas por el hambre, la extorsión o el gusto.
En París me tocó estar en un área cercana a la Torre Eiffel y vi como uno de ellos atendió a Mexicanos, Italianos, Hindúes, Franceses y Orientales. Sé que solo aprenden algunas frases de cada idioma pero esa herramienta les permite cerrar la venta y no se desaniman al recibir un NO como respuesta.
Quiero tener un vendedor Senegalés…o al menos uno que tenga hambre.
Hambre de sobresalir, hambre de querer salir adelante a pesar de la competencia, hambre de trabajar sin pensar que no importa vender si el sueldo esta seguro, hambre de que la empresa crezca porque si es así el trabajo será seguro, hambre de ser mejor….y al final sonreír porque al cerrar la venta triunfaste ante el cliente, ante tus jefes, pero sobre todo ante ti mismo.
* Ing. Jesús Manuel Corona Zazueta, colaborador
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