La Perinola: Seamos agradecidos

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A nuestra Karlita, mi aliada literaria y existencial desde hace muchos años y a quien no he deseado otra cosa que la salud del cuerpo y los bienes del espíritu.

 

Por Álex Ramírez-Arballo
Álex Ramírez-Arballo
Hace algunos años, a principios de los noventa, recuerdo haber leído el discurso de agradecimiento de Octavio Paz al recibir el Premio Nobel. Se trataba de un texto que comenzaba de una manera muy sencilla, tan sencilla que todo lo que recuerdo de aquel largo texto no es sino algo que se menciona en el primer párrafo: “Comienzo con una palabra que todos los hombres, desde que el hombre es hombre, han proferido: gracias.”, así decía el famoso autor de El laberinto de la soledad. Desde entonces no me puedo sacar de la cabeza lo de dar las gracias, porque, además, el tiempo y la vida se han encargado de convencerme de que aquello es verdad: sin importar cuáles sean las circunstancias, sobrarán siempre los motivos para agradecer. Algo más, al agradecer adoptamos una actitud de apertura vital que siempre, siempre acarrea beneficios para nosotros y para los nuestros; por el contrario, cuando nos negamos a reconocer todo el bien y la generosidad que nos rodea, nos cerramos como un puño avaro, como una piedra, y nos desconectamos del mundo. En ese caso nada bueno nos espera.

Debemos agradecer la vida, que es el más alto tesoro del universo y que, sin importar cuáles sean nuestras circunstancias, siempre es una buena noticia. Agradezcamos a los amigos, a esos pocos que nos caben en la mano y que son esenciales para que seamos quienes somos, para que la vida tenga además de un sentido un sabor y un color particulares. Demos gracias por el arte, que es una ventana a través de la cual podemos ver el mundo de la calle y el mundo de las cosas del espíritu. Agradezcamos los problemas, que son retos que nos hacen fuertes, que uno puede y debe ver como oportunidades para dejar de ser lo que somos y ser de veras el que debemos ser. Por qué no dar las gracias por el dolor, que puede ser todo lo horrible que quieras, pero que yo preferiré siempre a la muerte. Demos gracias por el mundo, que es como es y no como queremos que sea, por el mundo que es un escenario que nos está llamando a actuar en él de un modo radical y activo, con nuestro trabajo y nuestro amor por la familia, con nuestro pensamiento y nuestras palabras, con nuestra profunda convicción de que lo más importante en esta vida es ser y no tener, porque el ser no se agota sino en la muerte, y el tener es algo accidental, algo que bien puede cambiar de la noche a la mañana según soplen los vientos de la dicha o el infortunio. El que agradece, por ese solo hecho, se vuelve humanamente rico, mientras quien no lo hace, aún siendo materialmente rico es en realidad un miserable y un mendigo, una pobre alma incapaz de apreciar los valores y bellezas de la vida.

¿Te das cuenta? El agradecimiento es camino de esperanza y algo más, algo que nos ilumina siempre sin importar lo dolorosas y terribles que sean nuestras circunstancias: redención.

 

Álex Ramírez-Arballo. Doctor en literaturas hispánicas. Profesor de lengua y literatura en la Penn State University. Escritor, mentor y conferenciante. Amante del documental y de todas las formas de la no ficción. Blogger, vlogger y podcaster. www.alexramirezblog.com


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