martes, abril 16, 2024
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Celuloide: La increíble historia de la isla de las Rosas

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Por Jesús Ricardo Félix
Jesús Ricardo FélixEn está ocasión nos ubicamos en la Italia de la década de los sesentas, había un crecimiento económico prolongado que daba paso a la Dolce Vita un milagro económico que prometía glamour y opulencia por encima del resto de países, sus fronteras se abrían al capitalismo y la influencia americana pero también al hedonismo y las luchas ideológicas de la época: capitalismo vs comunismo. Después de la segunda guerra el cine neorrealista atraía la mirada del mundo hacia Roma y sus grandes realizadores, artistas provenientes de todo el mundo buscaban involucrarse en proyectos dentro de la nueva meca del cine. Pero sería en las décadas venideras donde la pantalla iba a explotar con figuras como Michelangelo Antonioni y el mismo Federico Fellini. Fellini es uno de los grandes realizadores de la historia universal del cine que dio vida a películas como Ocho y medio, Amarcord y la Dolce Vita. Este famoso director nació en Rímini una ciudad ubicada frente al mar Adriático y es ahí donde comienza la historia del ingeniero y anarquista Giorgio Rosa, pero antes de hablar sobre este singular personaje y su lucha por la libertad cabe preguntarse ¿Cómo podemos definir un estado? Es difícil precisarlo pero podemos decir que es un organismo, una estructura, un sistema, conformado por instituciones burocráticas que nos organizan. Un estado tiene varias funciones, algunas de las principales pueden ser que ostentan su soberanía o por decirlo de otro modo tienen poder sobre nosotros. Otro rasgo que caracteriza a un estado es que cuenta con un territorio que lo distingue e identifica respecto a otros a través de una frontera. Además que extiende su influencia sobre la población que habita dentro de su territorio, por ejemplo es la única entidad que puede ejercer violencia de manera legal con el fin de mantener el orden. Desde que nacemos se condiciona nuestra libertad, se nos identifica como mexicanos o italianos o gringos, se nos otorga una nacionalidad la cual debemos comprobar con un pasaporte. Para algunos el estado provoca más problemas de los que resuelve, según los anarquistas el estado limita su libertad, solo se podrá crear una sociedad realmente libre cuando el estado desaparezca, ese es precisamente el sueño de Giorgio Rosa.

En el año de 1967 este ingeniero construyó una estructura parecida a una plataforma petrolera apenas fuera de los límites marítimos del estado italiano, su pequeña isla artificial más o menos a doce kilómetros de la costa de Rímini. Como era su isla él junto a sus amigos creaban las reglas de su pequeño estado del que llegó a proclamarse presidente. La película nos cuenta su lucha contra las autoridades italianas por ser reconocidos como un estado soberano e independiente, llegaron a acuñar su propia moneda, bandera y hasta otorgaban pasaportes a sus ciudadanos. Como el sueño de Giorgio atraía cada vez más turismo y en la isla se bebía alcohol y se jugaba sin estar obligados a pagar impuestos se convirtió en una piedra en el zapato para las autoridades de la época, incluso de la moral eclesiástica.

El filme se estrenó apenas el nueve de diciembre del 2020 y fue dirigido por Sydney Sibilia, la película fluye entre el drama y la comedia tiene su aire fellinesco, no solo por la ambientación y las locaciones sino por el uso de símbolos como el del obispo, el ejército y los políticos tratando de retratar el orden absurdo de las cosas. Pareciera tener que ver más con la ficción que con la realidad pero al escarbar en la historia uno se da cuenta que si está basada en hechos reales aunque por obvias razones muchas de los sucesos se dramatizaron con fines de entretenimiento. Recomiendo la película como testimonio de un hombre y su lucha contra el estado diría Herbert Spencer, la búsqueda de la libertad y la evasión legal de impuestos.





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