Celuloide: Ciudadano H

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Por Jesús Ricardo Félix
Jesús Ricardo FélixDías atrás fuimos testigos de una de las jornadas electorales más cerradas de los Estados Unidos de América. Trump vs Biden protagonizaron la contienda que arrojó a Biden como el presidente número 46 del país vecino. Donald Trump se despide de la silla presidencial como un Rey Lear shakesperiano que se aferra al poder en la etapa final de su vida. A los gringos siempre les ha atraído explorar la vida personal de magnates y políticos que han desfilado por la historia de su nación. Desde los Howard Hughes pasando por los Rockefeller hasta llegar a los reconocidos Bush. Pero el personaje que nos ocupa hoy fue el magnate de la prensa: William Randolph Hearst. Pero para hablar de Hearst primero hay que hablar de Orson Welles. Orson Welles fue un gringo atípico que se crio en el ambiente artístico, en su infancia llegó a aprender español y se adentró en el mundo del teatro desde los dieciséis años. Su ingreso al mundo del cine fue un poco accidentado, transmitiendo una radionovela desde la radio en Nueva Jersey causó un gran caos en la ciudad. Y es que al genio de Wisconsin se le ocurrió hacer una adaptación de La guerra de los mundos la obra de H. G. Wells, sobre una invasión extraterrestre a la tierra. Recuerden que en la década de los treintas ya aparecían los aparatos televisores pero eran demasiado costosos y con una pantalla muy pequeña por lo que la radio era el medio de comunicación por excelencia. Al inicio de la transmisión se anunciaba que se trataba de una representación pero la gente que iba encendiendo su radio escuchaba la emisión de un supuesto noticiero, que reportaba los hallazgos in crescendo de marcianos que poco a poco iban sembrando el caos y muerte en las calles de la ciudad. Tal fue el pánico que causó su travesura que se bloquearon las líneas telefónicas de la policía por oyentes que escuchaban atemorizados el ficticio ataque de los marcianos. Ese episodio le valió un contrato con RKO donde se decía que gozaba de completa libertad para realizar su trabajo. Ahí se encontró con el escritor polaco Herman Mankiewicz y es aquí justamente donde la historia comienza a complicarse con las contradicciones de la realidad y la ficción, unos dicen que fue idea de Welles otros dicen que fue idea de Mankiewicz, lo cierto es que cuando dos grandes artistas se unen para generar un proyecto quien tuvo la idea inicial es lo de menos. La mancuerna se dedicó a construir al personaje de Charles Foster Kane basándose en la vida personal de William Randolph Hearst, su infancia, su esposa con ínfulas de artista, su mansión, sus periódicos, y hasta la palabra Rosebud parecen hacer referencia a la vida íntima del famoso magnate.

Es bajo este marco que David Fincher, el director de películas como Seven, El club de la pelea o Zodiac, nos narra su versión de los hechos. Al parecer su padre escribió el guion basándose en un ensayo de Pauline Kael donde se maneja la hipótesis de que Mankiewicz fue el autor principal de la obra. La controversia parece haberse originado a partir del hecho que fue el único premio que se dio al filme pero esto ocurrió porque Hearst tenía mucha influencia política en las altas esferas de Hollywood. En otras palabras el guion pudo haber sido la base sobre la cual se edificó la obra pero no es si quiera el mejor elemento del Ciudadano Kane, recuerden que está película rompió los esquemas de como se hacía cine, el uso de una gran profundidad de campo, la iluminación, los ángulos, los aportes dramáticos que llevó Welles al cine. Después de Chaplin, Orson Welles emergía como un director que escribía, dirigía, producía, actuaba y editaba su propia película, eso lo convertiría en un monstruo de la cinematografía antes de cumplir los treinta años. He leído por ahí que la película tuvo una repercusión tal sobre la libertad de la que gozaban los artistas que se creó el famoso “filtro de Hollywood” que vetaba algunos temas que podían resultar políticamente incorrectos bajo la visión estadounidense. No hay que olvidar la lista negra de Hollywood en aquellos tiempos se vivía la caza de brujas del macartismo, a los que no han escuchado sobre el tema googleen Dalton Trumbo y lean su historia.

David Fincher eligió realizar la obra a blanco y negro, con un Welles que se ve pasadito de años y con un ego más caricaturizado de lo habitual, tal vez de lo que se trata es de darle su crédito a Mankiewicz interpretado de manera magistral por Gary Oldman. Me da la impresión que Fincher fantasea más que tener la intención de retratar los hechos con realismo, nos abre una ventana al Hollywood dorado de los años cuarenta y el cine que a nivel mundial emergía como una herramienta política y de propaganda. A través del personaje de Mank, sus dilemas éticos y su relación con Welles, nos brinda una obra de época que vale la pena apreciar, por cierto, la banda sonora está a cargo de Trent Reznor.

Recuerden que en la obra de Hamlet el príncipe de Dinamarca contrata una compañía de teatro para representar una obra donde se recrea el asesinato de su padre, como para poner un espejo frente a su tío Claudio y evidenciar su culpa. En el ciudadano Hamlet, Mankiewicz o Welles, Welles o Mankiewicz, ponen un espejo frente a la sociedad norteamericana para que se vea reflejada en la pobreza espiritual de personajes como el tristemente célebre William Randolph Hearst que se ha perpetuado en la figura de los Trump o los Buffett actuales.





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