jueves, abril 18, 2024
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Basura celeste: Una novela con tacuche de diario íntimo

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Ricardo Solís

Por Ricardo Solís
Más allá de cualquier saldo controversial o conclusión apresurada, la ausencia de un artista como el músico, escritor, fotógrafo y productor Armando Vega-Gil ha dejado –a poco más de un año de su deceso– un espacio difícil de llenar en el ámbito de la literatura nacional; con todo, lo que aquí me interesa es revisar un poco la que, en mi opinión, es su obra más emblemática y que, además, después de varias ediciones, es quizá su libro más conocido, el célebre Diario íntimo de un guacarróquer (Ediciones B, 2013), texto que desde su aparición (en 2008) logró que una “nueva generación” de lectores se pusiera en contacto con parte de la historia del rock nacional a través de una historia que, en tono de ficción, recoge las andanzas de la ya legendaria agrupación Botellita de Jerez, los creadores del guacarrock.

Primero que nada, es posible que este “diario íntimo” haya ganado sus lectores (no pocos) gracias a su trepidante lenguaje que rescata lo mejor y peor del slang capitalino, aunque no es esta su única virtud. La historia, contada a través de la voz que un reportero “graba” y que pertenece al alter ego del autor –el nunca bien ponderado Armiados Güeva-Vil–, rescata los avatares de la no siempre desventurada banda mexicana de rock y cumbia la Maquinita de Pachuca (nombre tras el que se encubre y descubre a, obvio, Botellita de Jerez).

De esta forma, en un formato de “autoentrevista”, un (no tan) antiguo ídolo del rock nacional evoca sus aventuras y desventuras a través de un estilo que remite abiertamente a los escritores que, por otra parte, menciona el propio Vega-Gil como sujetos de “homenaje” en su libro; de este modo, no será raro encontrar en estas páginas ecos de Charles Bukowsky, Parménides García Saldaña, José Agustín o leyendas de la canción urbana como Rockdrigo González.

En estos términos, lo que Armando Vega-Gil consigue en este anecdotario disfrazado de autobiografía es, justamente, una verdadera novela donde algunos encontrarán de manera rotunda y clara parte de lo que rodeó –y, en muchos casos, sigue rodeando– a la defenestrada “industria” del rock nacional, parte de sus sucesivas transformaciones y las siempre terribles relaciones que sostuvo con el poder televisivo (encarnado, claro, en Televisa) o el de las compañías disqueras, lo mismo que las interminables y veleidosas convivencias con fans, periodistas de toda ralea, intelectuales de pacotilla, actores, actrices, músicos, empresarios de diversa índole y toda la fauna que se relaciona con este “negocio”.

Escatología, folclor, memoria, nostalgia y diversión, tales parecen ser los ejes fundamentales que marcan este Diario íntimo de un guacarróquer, un recorrido intenso por bares, antros y “hoyos fonqui” del centro de la Ciudad de México y, en un vistoso segundo plano, por las diferentes etapas y mutaciones que sufrió Botellita de Jerez en su nada corta carrera (de hecho, bien funciona esta novela como documento para nuevas generaciones de oidores musicales que nada supieron del guacarrock).

Finalmente, a manera de recomendación, si busca un ejemplar de esta extraña belleza narrativa en su librería de confianza, trate de conseguir una edición posterior a 2013 porque, además de revisada, incluye un capítulo que agregó el autor ese año. Ahora, para que nos traicione el olvido, vale recordar que Vega-Gil fue, además de miembro fundador de Botellita de Jerez, un destacado cortometrajista, antropólogo, performancero, argumentista de la serie de televisión El Güiri-Güiri, catedrático (a veces) y promotor de talleres de escritura; asimismo, ganó tres premios nacionales de literatura, entre ellos el Premio Nacional de Cuento San Luis Potosí. Si le atrae la idea de acercarse a una parte de la veintena de libros que nos legó, entre ellos destacan La ventana y el umbral, Cuenta regresiva y otras fábulas supernumerarias, el divertido Picnic en la fosa común y La ciudad de los ojos invisibles, por nombrar unos pocos.




Ricardo Solís (Navojoa, Sonora, 1970). Realizó estudios de Derecho y Literaturas Hispánicas en la Universidad de Sonora. Ha colaborado en distintos medios locales y nacionales. Ganador de diferentes premios nacionales de poesía y autor de algunos poemarios. Fue reportero de la sección Cultura para La Jornada Jalisco y El Informador. Actualmente trabaja para el gobierno municipal de Zapopan.


SUM Comunicación

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Un comentario en "Basura celeste: Una novela con tacuche de diario íntimo"

  • Gracias Ricardo por evocar a Vega-Gil, ahora me lanzo a buscar el libro que, por cierto y lamentablemente, no he leído. Nunca es tarde. Abrazo.

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