La Perinola: ¿Pero en manos de quién estamos?

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Por: Álex Ramírez-Arballo
A estas alturas de la película aquí ya casi todos nos hemos enterado, hace un par de Días un niño de nombre Fernando Jonathan Valdez Ayala perdió la vista a manos de un sujeto de nombre Armando Cisneros Espinoza que se dice médico oftalmólogo y que debía retirar solo uno de los globos oculares, el que tenía afectado, según informa la prensa, por un tumor canceroso. Sí, retiro uno, el que no debía, el que estaba completamente sano. Ahora la criatura está condenado a vivir en las sombras por el resto de sus días.

Ante este tipo de noticias uno se pregunta con verdadero pavor: ¿pero en manos de quién estamos? La situación de este niño es horripilante, desgarradora y trágica, pero tengo la absoluta seguridad de que no pasará nada, no habrá consecuencias directas: castigos y sumas de dinero que sirvan para resarcir aunque fuera un poco a la familia de Fernando Johnatan y al propio muchachito. No se hará justicia porque esa palabra solo cobra sentido cuando el agraviado es política o económicamente poderoso.

La nota se perderá entre otras notas y la familia se irá con su dolor y su rabia a otra parte.

Hace poco, en una fiesta familiar escuché que una persona dijo: “Es que el pueblo aguanta todo”, y ya me lo voy creyendo. Sucede como cuando en una casa hay carencias económicas o afectivas, y los miembros de la familia aprenden a vivir de ese modo, asumiendo que la vida es así y que es en vano rebelarse contra lo que está escrito. Las personas se adaptan increíblemente incluso a las situaciones más injustas y en México encuentro multitud de ejemplos para comprobar mi tesis.

“No, no es normal que las instituciones de salud pública contraten carniceros y luego solapen sus imbecilidades […]”

Yo me resisto a eso, al determinismo, al desinterés o la apatía, a la falta de acciones y palabras que promuevan la justicia. No, no es normal que las instituciones de salud pública contraten carniceros y luego solapen sus imbecilidades, como tampoco es normal una ciudad con tantos baches como esta, o la ineptitud del burócrata de la ventanilla, o la impunidad del político que escapa en globo desde el palacio de gobierno el último día de su mandato. Nada de eso es normal y es una profunda inmoralidad acostumbrarse a ello.

Creo ciegamente en una moral práctica que se viva día a día, que busque el bien personal y comunitario desde la caridad y el humanismo. Soy optimista pero llevo siempre mi lupa para buscar las fallas, aunque en este país, como en el caso de este pobre niño en Cajeme, el error no sea minúsculo como una pulga sino enorme, ruidoso y pesado como un elefante.

No olvides esto: la justicia es una responsabilidad que nos interpela a todos.

 

Álex Ramírez-Arballo. Doctor en literaturas hispánicas. Profesor de lengua y literatura en la Penn State University. Escritor, mentor y conferenciante. Amante del documental y de todas las formas de la no ficción. Blogger, vlogger y podcaster. www.alexramirezblog.com


 

 

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